La libertad del empleador al fijar un código de vestimenta puede chocar con la privacidad del empleado Hace unos días, una compañía metalúrgica rusa anunciaba que iba a inaugurar un “maratón de feminidad” con el objetivo de “alegrar” a su plantilla, compuesta en un 70% por trabajadores hombres. Concretamente, la empresa ofrecía un bonus de 1,35 euros al día a las empleadas que llevaran falda o vestido para ir a trabajar, así como a las que se aplicasen “maquillaje discreto”. Esta iniciativa se contrapone con una campaña que está ganando…